martes, 9 de octubre de 2012

Better

Era una linda noche de otoño. Invitaba al famoso cucharita.
El vientito frío cada tanto la hacía estremecerse. Enseguida la piel erizada delataba que necesitaba un abrazo.
El acudió atento, y un poco porque ella era pequeña y otro poco porque el era grandote, conseguía rodearla con los brazos sin dificultad alguna.
Bajaron del salón y salieron a la vereda, coordinando de manera muy extraña caminar con cuatro piernas. Una especie de monstruito, ese que forman las parejas enamoradas, que intenta caminar compartiendo un mismo eje.
Saludaron a un grupito de amigos que compartian una charla sentados en un escalón de la casa vecina, y al metro de distancia, se soltaron.
Ella abrió su paso hacia la pared y comenzó a hundirse en sus pensamientos. Se martilló la cabeza unas 50 veces, y el moralismo le dió la sentencia final. Quizás mencionó en voz alta las dificultades que una relación no oficial le estaba trayendo, y sin duda alguna cambió de tema a los 10 segundos.
El abrió su paso hacia el auto y le preguntó que le pasaba. No entendió, reclamó volver a la charla anterior.
Y no había nada más para decir. Nada.
Se subieron al auto. El manejó con la mano izquierda, tomando el volante por lo bajo. La mano derecha la tenía libre para los cambios, o quizás para acariciarla.
Ella miraba fijo la avenida, pero solo veía las piedritas del asfalto. De a ratos observaba como le había cambiado la expresión, pero aún así lo presentía dulce y suave. Es probable que en la cara de ella también estuviera reflejado el baldazo de agua fría, pero estaba más atenta al revoltijo de palabras que tenía en la mente que a como se percibía. Sin embargo, no salió ni una frase más.
Ni siquiera esa que dice: doblá en ésta.
Por esa razón se pasaron de esquina, y de calle. Tal vez ella permitió seguir de largo, porque ese silencio durante el trayecto era tan hermoso como esa noche de otoño, su compañía, el primer beso, el último.
Despertaron del trance, el dobló y retomó el camino. Preguntó si ella quería estar mejor con su novio. Ella asintió, y de nuevo, no se pudo agregar mas nada.
Se despidió, bajó del auto y lo escuchó irse.
Al día siguiente el durmió todo el día y ella tuvo fiebre.

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