miércoles, 1 de junio de 2011

Romina y yo

Romina y yo nos criamos en el mismo barrio. Fuimos a la misma escuela, en el mismo turno. Caminabamos el mismo camino de ida y de regreso. Las mismas cuadras, el mismo lado de la vereda.
Romina tenia papá y mamá, hermanos mayores y hermanos menores, perro, gato, casa con patio y torta de cumpleaños cada año.
Yo tambien tenía papá y mamá, hermanos mayores, hermanos menores, perro, gato, casa con patio y torta de cumpleaños.
Recuerdo nuestro último cumpleaños juntas, a los 10 años, me dió un terrible dolor en la mandíbula de tanto inflar globos. Ella agrandó los ojos de preocupación, corrió a la cocina y le pidió a su mamá que me ayudara. A la vuelta me trajo soda, nadie supo hasta ahora que las burburjas me hicieron doler más.
A inicios de nuestra adolescencia nos separamos. Yo comencé el secundario, con orientación comercial según consejo de mi tio: los contadores ganan bien- me dijo. Ella y su recuerdo quedaron atrás junto a los juegos de infancia en la plaza.

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